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Protocolos y legislación para textiles en cocina y hotelería

Los textiles usados en entornos como restaurantes, hoteles, comedores escolares, casinos y servicios de catering no son simples accesorios. Son parte esencial de los protocolos de higiene, seguridad y presentación. La elección de un buen limpión, una bayetilla resistente o una toalla institucional adecuada no solo impacta en la operación diaria, sino que puede tener implicaciones sanitarias, legales y reputacionales para el establecimiento.

En Colombia y en muchos países de América Latina, el marco normativo que rige la operación de establecimientos de preparación de alimentos y servicios de alojamiento incluye disposiciones específicas sobre limpieza, desinfección y buenas prácticas de manufactura. Aunque muchas veces los textiles no son nombrados directamente, su uso está implícito en los procedimientos de control de limpieza, secado de superficies, manipulación de utensilios y barreras sanitarias.

Por eso, en esta entrada reunimos los principales estándares que debes tener en cuenta al elegir textiles para tu operación institucional, y te damos criterios técnicos para saber si el producto que estás usando está a la altura de lo que exigen la norma y la realidad operativa.

Qué dicen las normas sobre los textiles en contacto con alimentos y superficies

En Colombia, el documento rector en este tema es la Resolución 2674 de 2013 del Ministerio de Salud, que establece los requisitos sanitarios para la fabricación, procesamiento, preparación, envasado, almacenamiento, transporte, distribución y comercialización de alimentos para consumo humano.

Aunque no menciona textiles por nombre, sí exige condiciones específicas sobre la limpieza y desinfección de superficies y utensilios, incluyendo lo siguiente:

  • Todo utensilio o superficie que entre en contacto con alimentos debe mantenerse limpio y desinfectado.
  • Deben usarse materiales que no transfieran sustancias tóxicas, que sean lavables, no absorbentes y resistentes a repetidos procesos de limpieza.
  • El establecimiento debe documentar y ejecutar procedimientos escritos de limpieza y desinfección, incluyendo frecuencia, productos usados, responsables y verificación.

Aquí es donde los textiles entran en escena: si se usan limpiones, paños o bayetillas para limpiar superficies donde se manipulan alimentos, deben cumplir con los mismos criterios de no toxicidad, resistencia y limpieza controlada. Es decir, deben ser lavables, desinfectables y asignados correctamente según su uso.

En el caso de hoteles, hostales y alojamientos turísticos, las normas aplicables están principalmente en la Resolución 1956 de 2008, y en los lineamientos de bioseguridad adoptados durante la pandemia (como la Resolución 666 de 2020). Estos documentos sí mencionan explícitamente el uso de textiles, especialmente en lo relacionado con lencería, toallas y limpieza de habitaciones.

Los puntos clave que se destacan son:

  • Todo textil debe poder lavarse a alta temperatura y resistir procesos de desinfección.
  • Deben establecerse protocolos diferenciados para textiles limpios y sucios.
  • Se deben utilizar sistemas de codificación (por color, tipo o uso) para evitar confusiones en la operación.

Aunque muchas de estas exigencias se enmarcan en la categoría de “recomendaciones”, en caso de inspección sanitaria o auditoría, la falta de protocolos sobre el uso y cuidado de textiles puede ser considerada una omisión grave, especialmente si hay un incidente vinculado a higiene o seguridad alimentaria.

Cómo se relacionan estas normas con los estándares internacionales

A nivel internacional, existen varios marcos de referencia que son utilizados en Colombia como parte de certificaciones voluntarias, auditorías de calidad o programas de buenas prácticas. Entre ellos destacan:

BPM (Buenas Prácticas de Manufactura): conjunto de normas técnicas que abarcan limpieza, control de plagas, higiene del personal y mantenimiento de instalaciones. En este marco, los textiles deben usarse con protocolos claros que garanticen que no se conviertan en una fuente de contaminación cruzada.

HACCP (Análisis de Peligros y Puntos Críticos de Control): metodología de gestión de inocuidad alimentaria. Si se utilizan textiles en puntos críticos del proceso (por ejemplo, limpieza de mesones donde se trocea proteína cruda), deben estar identificados, asignados exclusivamente a esa función y desinfectados de forma controlada.

ISO 22000: norma internacional de sistemas de gestión de inocuidad alimentaria. Aunque no regula productos específicos, exige evidencia documentada del control de todas las variables que puedan afectar la seguridad del alimento, lo que incluye insumos de limpieza como textiles.

Normas del INVIMA: aunque el INVIMA no certifica textiles directamente, sí inspecciona procesos de fabricación y expendio de alimentos, y puede exigir evidencia sobre el estado y uso de los textiles si estos son parte del proceso operativo.

En conjunto, estos estándares no exigen una marca o tipo de textil específico, pero sí demandan que cualquier elemento usado en las áreas de manipulación de alimentos o en contacto con clientes (como habitaciones de hotel) pueda soportar lavados frecuentes, se mantenga limpio y se asigne con criterios técnicos.

Qué debe tener un buen textil institucional para cumplir con la norma

Cuando una empresa selecciona textiles para su operación, no siempre se tienen en cuenta los criterios técnicos que garantizan su conformidad con las normas sanitarias. A menudo la elección se basa en precio, apariencia o lo que “siempre se ha usado”. Sin embargo, hay algunas características mínimas que deberías exigir al proveedor:

  • Composición textil clara: lo ideal es que el textil esté fabricado 100 % en algodón, sin mezclas de fibras plásticas, ya que esto garantiza mejor absorción y mayor resistencia al calor. En sectores donde se usa cloro o calor para desinfección, el algodón puro resiste mejor que las fibras sintéticas.
  • Gramaje industrial: textiles delgados tienden a romperse tras pocos ciclos de lavado. Para limpieza institucional, se recomiendan bayetillas de entre 140 y 180 g/m² y limpiones con un gramaje superior a 200 g/m², especialmente si se lavan en lavandería.
  • Costuras reforzadas: muchas fallas ocurren en los bordes. Un buen proveedor debe ofrecer costuras planas o sobrehiladas con hilo resistente al lavado.
  • Compatibilidad con lavado industrial: los textiles deben poder soportar al menos 100 lavadas a temperaturas superiores a 60 °C sin perder forma ni integridad. En contextos más exigentes, 150 lavadas es un buen estándar.
  • No desprender pelusa: esto es crítico en cocinas. Un textil que deja residuos en utensilios, platos o superficies puede ser causa de una no conformidad sanitaria.
  • Trazabilidad del producto: si trabajas con certificaciones o necesitas demostrar cumplimiento ante auditorías, es clave que tu proveedor pueda emitir fichas técnicas, composición, recomendaciones de uso y datos de fabricación.

Cómo aplicar estos criterios en tu operación diaria

Además de elegir buenos textiles, lo más importante es cómo los gestionas. Algunas recomendaciones que puedes implementar de inmediato:

  • Define qué textil se usa en cada área y capacita al personal.
  • Usa colores o etiquetas para identificar textiles de cocina, baños, áreas comunes y habitaciones.
  • Lava los textiles diariamente, o al menos una vez por turno, y asegúrate de que estén completamente secos antes de almacenarlos.
  • Guarda los textiles limpios en un lugar cerrado, ventilado y libre de químicos.
  • No mezcles textiles sucios con utensilios o alimentos, ni dejes los paños húmedos encima de superficies limpias.

Aunque puede parecer un detalle menor, estas prácticas son clave para sostener un buen sistema de higiene. Además, mejoran la vida útil del textil, optimizan el gasto operativo y contribuyen a una mejor percepción por parte del cliente.

En la mayoría de auditorías sanitarias, no se exige una marca o tipo de producto específico, pero sí se valora que cada elemento cumpla una función clara, que se mantenga en buen estado y que no represente un riesgo para el consumidor. Elegir textiles que resistan lavados exigentes, que estén pensados para uso institucional y que puedan ser trazados o documentados puede marcar la diferencia entre una operación sólida y una no conforme.

La calidad de un espacio también se mide por lo invisible: por la limpieza de un mesón, la pulcritud de una toalla o el estado de un limpión. Tener textiles adecuados no es solo una cuestión de norma, es una declaración silenciosa de cuidado, profesionalismo y compromiso con el cliente.

Si buscas textiles que te ayuden a cumplir con estos estándares, en Intextil fabricamos limpiones y bayetillas en algodón 100 %, desarrollados específicamente para usos institucionales, con gramajes resistentes, acabado profesional y capacidad de absorción comprobada.

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